3. Medina del Campo 1551-64

De Arévalo, Juan de Yepes, siendo aún un niño, emigra con su familia a Medina del Campo, lugar de gran importancia en su vida, donde permanecerá por 13 años.

Catalina, su madre, se instala en una casa humilde en la calle Santiago, ahora llamada de Santa Teresa. Lamentablemente hoy no se conserva nada más que restos del convento carmelita de Corpus Christi, edificado sobre el solar de esa misma casa. 

Nos encontramos en esta calle excepcional en la biografía sanjuanista. A la izquierda, el lugar de la casa de Catalina Álvarez; a continuación, el Convento de la Magdalena, donde Juan acolitaba de pequeño. A la derecha, el palacio de los Dueñas, benefactores del convento de Santa Ana; más adelante, el convento de carmelitas descalzas, en el que santa Teresa y Juan de la Cruz se ven por primera vez, y donde hoy se encuentra sepultada su madre. Al final, el Colegio de la Compañía de Jesús, donde de joven cursó humanidades. 

En esta ciudad pasa Juan gran parte de su formación. De niño estudia con los doctrinos y frecuenta esta plaza mayor, escenario central de la feria o mercado.

Cuando es más grande, estudia y trabaja de ayudante en el hospital de las bubas. Hoy es propiedad de un particular y esta es la fachada: en su patio interno se encuentra el pozo de agua donde cayó Juan, cuando por segunda vez se le aparece Nuestra señora y lo socorre.

A los 21 años ingresa a los Carmelitas en el convento de Santa Ana, con el nombre de Fray Juan de Santo Mathia. Volverá a este convento después de 2 años de estudio en Salamanca para decir su primera Misa. Hoy se conserva sola esta capilla. 

Se prepara para esta Misa de manera muy consciente. Años más tarde confesará sobre aquel día: «Supliqué a su Majestad me concediese que nunca me dejase de su mano con que cometiese pecado alguno con que ofendiese a su Majestad y cayese de su gracia».

Por entonces tuvo lugar el encuentro con santa Teresa, que ella misma recuerda: «Poco después –dice– acertó a venir allí un padre de poca edad, que estaba estudiando en Salamanca, y él fue con otro por compañero, el cual me dijo grandes cosas de la vida que este padre hacía. Llámase fray Juan de la Cruz».