Doctrina
«Santo Tomás de Aquino, Sol de la Teología, y san Juan de la Cruz, Águila de la Mística, cada uno con su aportación específica, se integran, se complementan y se iluminan mutuamente, de tal forma que indican y favorecen el desarrollo de la vida del alma hasta llegar al máximo grado de unión con Dios, cumbre de la auténtica espiritualidad cristiana» (p. Gustavo Nieto, IVE, El Sol y el Águila).
Eulogio Pacho
Boletín bibliográfico sanjuanista
Ofrecemos el conjunto de publicaciones que salieron desde 1985 a 1993 bajo el nombre de Boletín bibliográfico. Fue uno de los aportes de la Revista Monte Carmelo ante la inminencia de los cuatrocientos años de la muerte del Santo (1991).
Es un interesante elenco de 1.606 escritos en torno a fray Juan de la Cruz y su obra con el cual se trata de informar y orientar. Los títulos bibliográficos de importancia van acompañados de una reseña sumaria de su contenido y de la correspondiente valoración general.
P. Gabriel María Prado, IVE
Ismael Bengoechea
La teología de los deseos en santa Teresa del Niño Jesús y en san Juan de la Cruz
En este artículo se remarca cómo los deseos son necesarios en la vida espiritual: lo que no se desea no se alcanza. Dios mismo es el inspirador de los santos deseos del alma y el que la mueve a aceptarlos y fomentarlos. Si Dios es el inspirador, aunque parezcan imposibles, se cumplirán indefectiblemente. Barriendo los escritos de los dos santos nos descubre el autor a un Juan de la Cruz como «el varón de deseos» y Teresa del Niño Jesús como «la virgen de deseos».
P. Andrea Bersanetti, IVE
Claudio de Jesús Crucificado
Como nos advierte el título, el artículo consta de tres partes: en la primera, se insiste en que la vida espiritual se debe considerar siempre en todo su conjunto como obra de Dios en el alma, ya que se funda en la gracia y es obra de ella, y por lo mismo completamente sobrenatural. Luego, al tratar sobre la perfección, se hace ver cómo esta consiste en la exclusión de imperfecciones habituales consentidas, posesión de las virtudes, principalmente la caridad en grado perfecto, y, por esto, en la unión del alma con Dios. Finaliza esquematizando al modo clásico la perfección en sus tres estados o etapas, donde el alma se va apartando de las imperfecciones y fortaleciéndose en la caridad y acercándose más a Dios, a saber: las etapas de los principiantes, de los aprovechados y de los perfectos.
P. Agustín María Prado, IVE
José de Jesús María
En este brevísimo escrito se nos cuenta cómo después de la devoción de las tres Personas Divinas y de los misterios de nuestra Redención, fue singularísima, tiernísima y la más antigua la que San Juan de la Cruz tuvo a la Virgen Nuestra Señora. Valiéndose de algunos testimonios, nos presenta el amor a la Inmaculada que recorre desde la niñez hasta el momento de la muerte del Santo. Y termina indicando: «cuan cuidadoso fué nuestro Sto. Padre en cumplir con esta obligación, para que le imitemos; pues no sólo debemos celebrar esta festividad por devoción, como las demás Religiones, sino también por obligación antiquísima, heredada de padres a hijos, por tantos siglos».
P. Gabriel María Prado, IVE
Introducción a san Juan de la Cruz
Esta obra del padre Federico Ruiz, carmelita descalzo, es sin duda la más completa de las introducciones a la vida y pensamiento del santo Doctor, y por tanto, ineludible para situar cualquier profundización o estudio sea global, sea particular al interno del sanjuanismo. El orden planteado por el autor así como su carácter verdaderamente introductorio, por lo didáctico, son de un gran valor, aunque en algunos momentos este cariz le hace pecar de poco profundo o específico respecto de algunos temas, tales como el de las fuentes del sanjuanismo, donde el tomismo es presentado de un modo muy colateral, siendo que en realidad articula toda la mente de Juan de la Cruz. Es, con estas pequeñas excepciones, una obra para tomar con provecho y rédito intelectual.
P. Juan Manuel del Corazón de Jesús Rossi, IVE
La inhabitación de la Santísima Trinidad en el alma según san Juan de la Cruz
Este artículo es otro de los intentos de la década del 40 por dar el justo lugar a san Juan de la Cruz. Sabe recoger los textos donde se distinguen no sólo los dos modos de presencia (sustancial y por gracia) sino también aquellos donde el santo da a entender las infinitos grados y matices de la presencia de la Trinidad en el alma que Dios ha tomado en posesión. Los santos son obras de arte de la Trinidad, donde cada una de las divinas personas hace lo suyo y contar eso es algo tan difícil que el mismo Doctor Místico dice: «por eso aquí lo dejo».
P. Gabriel María Prado, IVE
La ciencia de la Cruz
Este es el mejor comentario que se puede encontrar de toda la obra de san Juan de la Cruz. Por pedido de sus superioras, Edith Stein lo preparó como una síntesis de «todo» Juan de la Cruz, con ocasión del cuarto centenario del nacimiento del místico doctor en 1942. El principio unificador que plantea Edith Stein como eje vertical de las obras sanjuanistas es el de la forma crucis, que no consiste sino en una participación específica en los sufrimientos de Cristo y particularmente en su abandono del Padre, que se incluyen en la palabra «cruz». Por la autoridad de la autora y por la profundidad de su análisis y su síntesis, esta obra parece indispensable para cualquier estudioso de san Juan de la Cruz, casi como una quinta obra mayor del santo. Entre algunos aspectos muy originales se encuentran toda una digresión muy enriquecedora sobre el «yo», tal como Edith Stein lo entiende, en relación con lo que Juan de la Cruz llama «la sustancia del alma».
P. Juan Manuel del Corazón de Jesús Rossi, IVE
El tomismo de san Juan de la Cruz
Si bien es una publicación de 1930, es clara imagen de cómo los carmelitas, en su momento, se negaron a admitir que santo Tomás fuera una fuente más para el Doctor Místico, cosa que lamentamos no continúe en la actualidad.
El libro está bien estructurado, con sus introducciones respectivas antes de cotejar los puntos de concordancia de los Santos Doctores. La tesis planteada es muy bien defendida y no quedan dudas que san Juan de la Cruz es tomista.
Queda pendiente una obra mas profunda donde se muestre «qué función cumple el tomismo» en la obra sanjuanista, no solamente desde lo explícito de las citas e influencia textual, sino en su fuerza interna (sobre todo las ideas del ser, de la participación y de la libertad); es decir, que no sólo lo considere como la «fuente», sino que cierre la cuestión definiéndose si santo Tomás es el que informa la mente sanjuanista y, si esto es así, mostrar que no pierde nada la originalidad de san Juan de la Cruz.
P. Gabriel María Prado, IVE
La imagen del diablo en la vida y escritos de san Juan de la Cruz
Este es un buen artículo del Padre José Vicente donde aborda no solamente la presencia diabólica sea en los escritos, sea en la vida, de san Juan de la Cruz; sino también su manera de discernir esta presencia de otros fenómenos semejantes o aledaños. Ciertamente Juan de la Cruz fue un gran exorcista, uno de los más importantes de su tiempo; y fue también un sabio discernidor de situaciones espirituales y seudo-espirituales. Su consciencia de la acción diabólica ordinaria y extraordinaria sobre las almas, en todos los momentos de la vida espiritual, no lo llevaba a ver demonios en todos lados, sino que le permitía discernir con hondura su operación y sus efectos reales. Los rasgos con que el autor del artículo elabora lo que llama un «identikit» del demonio según la mente de san Juan de la Cruz son de mucha utilidad para imitar al santo en ese discernimiento y equilibrio que tanto se requiere para hacer frente con éxito a este «enemigo de la natura humana» (EE, 136).
P. Juan Manuel del Corazón de Jesús Rossi, IVE
San Juan de la Cruz, intérprete de la Sagrada Escritura
Alberto Colunga Cueto, O.P., fue un sacerdote dominico español, catedrático y consultor de la Comisión Pontificia Bíblica. Realizó, junto al canónigo Eloíno Nácar, una traducción crítica, literal y directa del hebreo, arameo y griego al castellano de la Biblia, versión conocida como Nácar-Colunga, que se publicó por primera vez en 1944.
El presente artículo manifiesta cómo la obra de san Juan de la Cruz es obra de teología mística y, como tal, su fuente propia ha de ser la Revelación Divina. Explica que la exégesis histórica moderna aspira a conocer la Escritura de un modo distinto al medieval. Y terminará rematando por decir que en el uso que hace san Juan de la Cruz de la Escritura se muestra como un continuador de la exégesis medieval, donde predomina la tendencia alegorista y acomodaticia.
El cuerpo del artículo es una concatenación de citas de las obras del Místico Doctor donde se puede apreciar, por ejemplo, cómo los autores sagrados todos parecen haber pasado por los estados místicos, cómo la lectura de los pasajes es siempre a la luz de la ciencia mística y con la preocupación de encontrar en la misma medios de confirmar y exponer sus ideas.
Para san Juan de la Cruz la Escritura es un libro divino que venera con todo el afecto de su corazón cristiano, que lee y medita a la luz de las ilustraciones con que el Espíritu Santo le colma. Con esto ha prestado a las almas un servicio más grande que si nos hubiera dejado una obra exegética de mucha erudiciones y ciencia histórica.
P. Gabriel María Prado, IVE
San Juan de la Cruz y el Doctor Angélico
Inicia comentando cómo en las disputas contra el quietismo y demás doctrinas pseudomísticas, la palabra y opinión de san Juan de la Cruz eran decisivas, como lo hubieran sido en cuestiones de dogmática las del Doctor Angélico. Luego compara los dos doctores hasta en la natural esquivez con que huían de toda exhibición, esquivez que suele con mucha frecuencia acompañar a los mayores ingenios. En esto se asemejan. Remata el autor diciendo que «San Juan de la Cruz será, pues, con razón el sol de la mística, como el Doctor Angélico lo es de la filosofía y el dogma».
P. Gabriel María Prado, IVE
San Juan de la Cruz y la Virgen
Bajo la dirección de p. Bengoechea, colaboran en este libro una serie de autores españoles y extranjeros que tratan el tema desde los más variados puntos de vista. Juan de la cruz escribió poco sobre la Virgen, pero en ese poco dijo mucho. Después de la introducción sobre la acción de la Virgen en la vida misma del Santo (p. Bengoechea), siguen los diversos estudios sobre todos o casi todos los temas que pueden ser tomados en consideración. Están divididos en dos secciones, primero siete artículos bajo el título de «Aspectos generales», y luego, otros ocho sobre «Aspectos especiales». En extensión los artículos son muy variados, pero todos contienen alguna novedad, hay también repeticiones, como se puede comprender, dado que los textos explícitamente marianos del Doctro Místico son escasos. Destaco el último sobe los Estudios marianos en torno a san Juan de la Cruz donde nos resume el p. Bengoechea como estaban los estudios en este aspecto hasta 1990 en que edita el libro.
P. Gabriel María Prado, IVE
San Juan de la Cruz y santa Teresa de Lisieux
En este artículo, el autor, gran conocedor del Doctor Místico, nos muestra, con variedad de testimonios, cómo, a pesar de las grandes diferencias cronológicas, sociales y de otros factores; el alma de san Juan de la Cruz y la de santa Teresa de Lisieux están íntimamente unidas, a tal punto que se ha podido decir que Teresita tiene consanguinidad de alma con Juan de la Cruz.
Haciendo un repaso de los escritos de la Santa y viendo los textos sanjuanistas que alega, y captando las luces y el alimento que dice haber encontrado en cada caso, llegamos a entender aquella expresión de ella misma: «¡Ah!, ¡cuántas luces he sacado de las Obras de nuestro padre san Juan de la Cruz!» (A 83r). Remata su argumentación diciendo que santa Teresa de Lisieux es la mejor discípula que ha tenido hasta ahora san Juan de la Cruz.
P. Andrea Bersanetti, IVE
San Juan Pablo II y san Juan de la Cruz
De San Juan Pablo II se ha dicho que era un Papa «dal cuore carmelitano» (Gaeta-Oder, Karol, il santo, San Paolo, Milano 2014, 41), y nosotros podemos decir que era un Papa propiamente de la estirpe de los sanjuanistas, como queremos ser todos nosotros. Como en alguna ocasión ya hemos dicho, fue Karol Wojtyla un discípulo aventajado de san Juan de la Cruz, al punto de transformarlo en un amigo de su alma. Y esto se percibe en su Magisterio, tal como se demuestra en esta antología de textos que preparó el padre José Vicente Rodríguez. Si bien no comparto todos su comentarios personales, creo que el valor que tiene, desde el punto de vista sistemático y vivencial, es muy grande. El texto es un capítulo de un volumen conjunto de varios autores, llamado Juan Pablo II frente a la experiencia de Dios. Su relación con los místicos del Carmelo.
P. Juan Manuel del Corazón de Jesús Rossi, IVE
Un serafín de la Eucaristía
Nos dice el autor que dos amores eran los que movían todo el ser, todas las fuerzas, los movimientos todos, de la vida de san Juan de la Cruz: «la Cruz y la Eucaristía». Hace un repaso de los contactos del Santo con el augusto misterio, lamentándose al inicio de que, cuando se narra la niñez de los santos, se olvida de una cosa cuyo recuerdo no puede menos de ser grato a todo pecho cristiano: el día de su primera comunión. El autor se imagina cómo debió ser la del Santo. Nos permitimos completar el artículo con lo que le sucedió al santo el 13 de diciembre de 1591 por la tarde: «pidió afectuosamente al padre Prior le trajesen el Santísimo Sacramento, para adorarle. Dijo estando yo presente [narra un testigo], muchas cosas de ternura y devoción al Santísimo Sacramento de modo que a todos los circunstantes les movió a devoción». Y despidiéndose dijo: «ya no os tengo de volver a ver con los ojos mortales».
P. Gabriel María Prado, IVE
Una faceta espiritual de san Juan de la Cruz
«San Juan de la Cruz fue devotísimo de la Virgen María. La especial providencia con que Dios le predestinó para reformador del Carmen y padre espiritual de dicha Orden, es más que suficiente prueba de sus amores marianos. Y, felizmente, la historia no desmiente esta afirmación apriorística, como se verá por la siguiente relación tejida con los hilos de muchos datos históricos». El mérito del artículo es contar resumidamente la vida mariana de san Juan de la Cruz, con incluso detalles de milagros que hicieron sus reliquias y la Virgen.
P. Gabriel María Prado, IVE
La unión con Dios
El padre Gabriel de Sta. M. Magdalena (1893-1953), de origen belga, fue un gran promotor de la doctrina de nuestro Santo. Los últimos 30 años de su vida los vivió en Roma, enseñando en el Teresianum, donde fundó la revista Vita Carmelitana, que después se convirtió en Vita Spirituale. En este libro, de un modo claro y muy sencillo, explica la doctrina sanjuanista desde el inicio (el desasimiento afectivo de todo) hasta la unión transformante o de voluntades, como le gusta llamarla a él. En su mente están las almas no consagradas, por lo que trae ejemplos para las madres, los jóvenes y todo cristiano en general, ya que el mismo nos asegura que: «No hay dos doctrinas de san Juan de la Cruz, una para religiosos y otra para seglares; sólo hay una, que se dirige a todos los cristianos indistintamente y no requiere un estado especial de vida, sino sólo una disposición de la voluntad, esto es, la disposición de no querer arrellanarse en la mediocridad y, por lo tanto, de no negarse a la renuncia generosa, a cualquier privación que sea necesaria para llegar a la unión más íntima con Dios. En otras palabras, la doctrina del Santo se dirige a todas las almas que no quieren vivir una vida cristiana a medias, sino que están dispuestos a corresponder plenamente a su vocación de hijos de Dios, dando a Dios de veras el lugar que le pertenece en su corazón: el lugar de preferencia absoluta sobre todo lo demás».
P. Gabriel María Prado, IVE